
Habla María es una novela gráfica de Bernardo Fernández “Bef”, uno de los autores más leídos de México. Publicada en 2018, la novela llega por primera vez a mis manos dos años después, en mitad de la pandemia. Su autor me habla de ella durante alguna de las conversaciones que sostenemos por medios electrónicos, desde nuestros respectivos confinamientos “voluntarios”.
Habla María es una novela autobiográfica, donde Bef narra el momento en que recibió el diagnóstico de autismo de su hija primogénita. Tan pronto como puedo, pido un ejemplar a la tienda de los millones de libros. Habla María llega veloz a mis manos, la leo de una sentada y me deja conmovida ante el poder que tiene, como testimonio vital y artístico de un padre que enfrenta el difícil proceso de aceptación del diagnóstico de Trastorno del Espectro Autista (TEA).
Disclaimer: Soy una lectora apenas ocasional de novela gráfica (por eso supe de Habla María con tanta demora). Sin embargo, he leído y releído algunas obras clásicas, – clásicas, al menos, para mi generación–, y puedo decir que han influido más en mi propia estética como poeta y novelista que muchos otros libros no-gráficos. De hecho, uno de mis libros favoritos de los últimos años es una novela gráfica autobiográfica. Se trata de Fun home: a family tragicomic, de la estadunidense Alison Bechdel, donde la autora cuenta la historia de su infancia y lo que fue para ella asumir su orientación sexual, casi al mismo tiempo que su padre muere en un sospechoso accidente de tránsito que apunta al suicidio.
La historia de la novela gráfica autobiográfica tiene deslumbrantes ejemplos. Estoy muy lejos de conocerlos todos, pero con cierta temeridad ofrezco aquí mis favoritos: Binky Brown meets the Holy Virgin Mary, de Justin Green, donde habla de su experiencia personal con la religión, la sexualidad y lo que años después comprenderá como un Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC); Hadashi no Gen, de Keiji Nakazawa, sobre sus vivencias del bombardeo de Hiroshima; Maus, de Art Spiegelman, que cuenta la historia de cómo su padre y madre sobrevivieron a la Europa nazi, al tiempo que retrata la conflictiva relación que sostiene el autor con el pasado y con su padre; Persépolis, de Marjane Satrapi, sobre su infancia en Irán durante la revolución islámica, sus posteriores exilios, retornos y emigración final a Francia; We are on our own: a memoir, de Miriam Katin, donde cuenta las experiencias vividas con su madre, como judías húngaras huyendo de nazismo. De la misma autora, Letting go, acerca del proceso que vivió cuando uno de sus hijos decidió mudarse a Berlín.
Habla María se inscribe dentro de esta vertiente de la novela gráfica, donde los y las artistas utilizan el medio para contar las historias de sus íntimas batallas, que a su vez están enmarcadas dentro de las grandes luchas de la humanidad por la supervivencia, la inclusión, la salud, la libertad, la paz, la seguridad, la permanencia de los vínculos significativos y otras necesidades fundamentales.
Existen dos casos más que ocupan un lugar especial en mi lista. Se trata de las obras de dos artistas y papás que, como Bernardo Fernández “Bef”, tienen algo especial que decirnos acerca del encuentro vital con los hijos y las hijas que enfrentan condiciones neurodiversas: de Gusti, la maravillosa Mallko y papá, donde cuenta su proceso para aceptar a su hijo con Síndrome de Down, y de Miguel Gallardo, María y yo, y la secuela, María cumple veinte años, donde el autor nos permite asomarnos a la cotidianidad que comparte con su hija, diagnosticada dentro del espectro autista. (Habla María, está dedicada a la memoria de “Rius” y al propio Miguel Gallardo, con quien “Bef” mantiene una amistad que comparte el ser padres de dos hijas con el mismo nombre y que viven con el Trastorno del Espectro Autista.) Tres artistas y tres papás que se desnudan en sus obras para compartirnos sus limitaciones, miedos, prejuicios, culpas y rabias, al igual que su esperanza, compromiso, aprendizajes e inconmensurable amor por sus hijas e hijo.
Habla María, de Bernardo Fernández “Bef”, comienza contando la historia de la gestación y el nacimiento de su hija, hasta la edad de dos años, cuando él y la madre de María comienzan a advertir algunos comportamientos que distinguen a la niña de otros niños y niñas de su edad. A partir de aquí, se despliega el tortuoso camino hasta llegar al diagnóstico, un camino plagado de malos entendidos, pérdidas, grandes y pequeñas violencias que van pasando la factura en la salud emocional de la familia y la relación de pareja.
Me detengo aquí para referirme a mi experiencia como psicoterapeuta familiar, trabajando con mamás, papás y cuidadores-as de niños y niñas con paladar hendido, problemas del lenguaje, otras discapacidades y neurodiversidades. En la mayoría de los casos, la falta de una guía clara y la violencia de que son objeto las familias, tanto por las instituciones de salud públicas y privadas, como por la sociedad misma, hace que atraviesen procesos aún más dolorosos en la búsqueda del diagnóstico y de los necesarios cuidados posteriores. En México, el panorama para los papás y las mamás suele ser desolador, especialmente en lo que respecta al apoyo psicológico que tanto podría beneficiarlos, sobre todo en los primeros momentos del diagnóstico. Bernardo Fernández “Bef” retrata esta desolación, sumada a la presión social de la cual las familias son objeto, como si la sociedad entera tuviera permiso para opinar e inmiscuirse en la vida familiar en el momento que aparece un diagnóstico.
Habla María, nos permite acompañar a una familia en su viaje de victoria, y al hacerlo terminamos acompañándonos y comprendiéndonos mejor en nuestras propias batallas. La maestría de Bernardo Fernández “Bef” nos toma de la mano desde la primera página y nos guía por la angustia, el dolor, el desconcierto y la depresión, hasta llegar a los aprendizajes de la esperanza. ¿Cómo logra el autor este prodigio? No estoy segura. Sólo sé que sus dibujos hablan, su narrativa es íntima y sincera, y es imposible leer este libro sin confiar por completo en su autor-narrador, de principio a fin. Habla María representa la plenitud de un artista que ha dominado el equilibrio entre palabra, imagen, historia, estructura y gradientes de emoción que exige el género de la novela gráfica. Y más todavía, porque no cualquier artista logra que confluyan en su obra los procesos creativos y los procesos personales, al punto de retroalimentarse uno a otro y transparentarse para el público. Las obras que tienen esa característica suelen ser particularmente conmovedoras. Así es Habla María.
Alguna vez escuché a “Bef” decir que estaba seguro de que las novelas gráficas eran “una herramienta muy poderosa de sanación”. Considero que la suya ciertamente lo es, y no habrá familia ni psicoterapeuta que no se beneficie de leerla.
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Habla María: una novela gráfica sobre el autismo está publicada por Editorial
Océano.
Muchas gracias por tu lectura y tus palabras. 🙂